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Mi compañero Fiel.


Hace ya 4 años que está a mi lado, me costó mucho decidirme, mi hija me lo había pedido hasta la saciedad pero nunca era el momento apropiado y los contras parecían mucho más grandes que los pros.
Pero una mañana lo ví, en la vitrina de una tienda, tan pequeñito, todo ojos, parecía estar desorientado y triste, no pude resistirlo, no fue en ese preciso instante pero tan solo hubo que esperar a la tarde para que fuera a la tienda a comprarlo.

Cabía en la palma de la mano, temblaba como una pequeña hoja a merced del viento, era, sencillamente maravilloso; fue como un soplo de satisfacción el pensar que lo íbamos a acoger en nuestra casa y que sería, como lo es desde ese mismo momento, uno más de la familia.

Hoy, después de 4 años, ha pasado a ser mi compañero fiel, inseparable en los buenos y en los malos momentos, ese que nunca me falla, ese que siempre, siempre, cuando llego a casa me colma de saltitos, gemidos y besos; ese que nunca me juzga por mis actos, ese que nunca espera otra cosa que cariño y atención, ese que en mis momentos de soledad, aunque esté tirado “vida perra”, es quien con su presencia me consuela y me recuerda que hay alguien a mi lado, ese pequeño personaje que es capaz de hacerme esbozar una sonrisa en mis momentos más amargos.

Fue una decisión importante, muy importante en mi vida el tenerlo a mi lado, tiene sus momentos de, ¡oh, nos vamos de vacaciones!, ¿qué hacemos con él?, o los momentos de frío invierno llueva o nieve o Agosto en Madrid, hay que bajarlo a la calle, pero compensa, vaya que si compensa, es una de las mejores cosas que me ha pasado en la vida.

Pero en días como hoy, días de esos grises que tanto me acompañan últimamente pienso en el día que, Dios quiera que sea dentro de muchos años, este personajillo me falte, ya sufrí la pérdida de un perro en mi vida, pero no le tenía el apego que le tengo a este (perdóname Trosky, es algo distinto, tú fuiste un perro un poco especial y tus últimos años no los pasé contigo, sabes que te sigo recordando y echando de menos cada día), lo que decía, el día que me falte, será como si una parte de mi muriera, lo sé, sentiré una pena tal que es posible que derrame tantas lágrimas que nunca sea capaz de encontrar consuelo.

No debería pensar en ello pero no puedo evitar hacerlo porque muchas veces, cuando le achucho o se duerme a mi lado o hace una monería de las suyas creo que no debería quererle tanto porque después será más duro, pero, quien puede resistirse a darle todo el cariño y todos los mimos del mundo a esta pequeña bola peluda que me tiene secuestrado el sentido y el corazón.


Gracias Blapy por ser el perrillo casi perfecto, el perrillo que todo el mundo sueña tener, cariñoso, tranquilo, simpático, bueno, no ladras, en fin, gracias por habernos hecho tan fácil considerarte uno más de la familia, gracias, mi compañero fiel.

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